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martes, 28 de abril de 2020

Fragmento # 3


(Teresa y Elena, comienzan a medirse la ropa, se cambian sin pudor las prendas. Victoria, tan solo las levanta, se las coloca por encima de la ropa que trae puesta, para luego doblarlas cuidadosamente).
Elena: (Viendo el vestido que Victoria esta doblando en ese momento) Ese vestido es una belleza Vicky, anda pruébatelo para ver cómo te queda.
Victoria: (Titubeando) No… no hace falta. Sí me queda.
TERESA: Ese vestido era mío y tengo unos recuerdos hermosos de él. No te hagas rogar chica, pruébatelo. Quiero ver si te queda mejor que a mí en mis mejores tiempos.
(Victoria mira a ambas y de muy mala gana se levanta y se desviste detrás del paraban. Tiene problemas para bajar el vestido y sale para que Elena la ayude. Elena y Teresa ven los morados en las piernas).
TERESA: (Señalando los morados) ¿Y eso?
Victoria: (Apenada y tratando de tapar algunos morados con las manos) No es nada...
Elena: ¿Fue Alberto verdad?
Victoria: (Casi en susurro, algo avergonzada) En serio, no es nada. (Permanece en silencio) Lo que pasa es que… a veces lo saco de quicio con mis cosas… y se irrita. Alberto es muy bueno… pero… ustedes lo conocen, tiene su carácter…
TERESA: (Interrumpiéndola, levantando la voz) ¿Es muy bueno? ¿Y te maltrata? ¿Qué tienes en esa cabeza que crees que…?
Elena: (Interrumpiéndola) ¡Lo sabía, lo sabía! ¡Qué bestia! Siempre me negaste que fuera violento. ¡Qué buena vaina chica! ¿No te das cuenta lo que hace contigo? Ese tipo es un monstruo.
TERESA: Vicky por Dios, dinos qué está pasando ¿O el hombre ese te tiene amenazada?
Victoria: (Titubeando, con la cabeza baja) Alberto me ama con locura, me lo dice, me lo demuestra. Me protege, no me falta nada… lo único es su carácter… se molesta de nada, sobre todo cuando bebe.
Elena: (Exasperada) ¡Ya! ¡Para! ¡Sigues con la misma cantaleta! ¿Qué te protege? ¡Coño! si pegarte significa que te quiere y te protege, estas en el mundo al revés. (Mirando fijamente a Victoria) Cuéntame una cosa: ¿Cuando dijo que no podían ir a la playa era porque tú estabas como una berenjena?
Victoria: (Demora en responder y lo hace lentamente) ¿Por qué preguntas eso?
Elena: ¡Estás loca¡ ¡Te ama con locura y te golpea! ¡No me repitas ese disparate de que lo provocas y lo sacas de quicio! Ese hombre es violento, no necesita excusa para apalearte. ¿Por qué no lo vi antes Dios mío? Mi pobre hermanita en manos de ese salvaje.
Fragmento de "No es un cuento de caminos" Escena VI

lunes, 13 de abril de 2020

Suicidio Colectivo (Microrrelato)






Consternada ve partir sus pensamientos
que uno tras otro sin prisa
se arrojan por el balcón.
Un vacío crece en su interior.


sábado, 22 de febrero de 2020

Los girasoles


—…no creo que puedas lograrlo Evelyn, te falta mucho todavía, yo diría que…
—Pero bueno André ¿Vas a seguir? Claro que puede, tan solo déjala en paz o vas a destruir sus nervios. —Y dirigiéndose a Evelyn le dice— No le hagas caso a ese loco.
Con los puños apretados y levantando la voz André responde:
—¡Un poco más de respeto Nahoki! ¡A mí no me llames loco! Yo la estoy protegiendo. ¿Cómo quieres que te lo diga?, entiéndelo de una buena vez: No está preparada, puede hacerse mucho daño.
Nahoki, se acerca a André y apuntándolo con el dedo índice muy cerca de los ojos le dice:
—Tú lo que haces en realidad es anclarla al miedo. ¡Mira como está! ¿Te parece justo? ¡Desaparece ya! —Luego, gira hacia Evelyn para decirle muy zalamero— Mamita bella, ¡Claro que puedes hacerlo! Has luchado mucho para llegar aquí. Concéntrate, hoy es el gran día.
André, con la mandíbula muy apretada lo observa fijamente, luego bajar la cabeza con lentitud y junta las palmas de las manos mientras le advierte a Evelyn:
—por favor no escuches a Nahoki, te está creando falsas expectativas. Después no digas que no te revelé que vas a pasar la vergüenza del siglo. Van a decir: ¡Qué mala es!
—¡Basta… cállense… váyanse a la M… los dos! ¡Ya! Déjenme en paz. Me van a volver loca. ¡No enreden más las cosas! Ya tengo suficientes mariposas en mi estómago para que vengan ustedes con su parloteo enloquecedor. Hoy están más insoportables que nunca con ese tema…
Mientras Evelyn habla, Nahoki permanece con la mirada fija en el techo y se frota la cabellera incesantemente, hasta que decide interrumpirle y en tono muy dulce manifiesta:
—¿qué te pasa mi reina? ¿Estás estresada? Eres nuestro sol, giramos en torno a ti porque tu brillo nos alimenta y queremos lo mejor para ti.
—¡Lo que me faltaba! Además de cursis, ahora se creen girasoles, ¡girasoles miopes es lo que son! miran a esquinas opuestas y para completar, parecen extremistas incapaces de caminar por la línea media de la convivencia. Dejen la guerra, que la que sufre las consecuencias soy yo. ¡Me tienen harta!
Evelyn, exhausta, se deja caer en el sofá y masajea las sienes con la punta de los dedos tratando e acallar y tranquilizar a los fulanos girasoles o duendecillos en su conciencia. Sabe que no es el momento para pelear con ese par.
—Creo que nos pasamos Nahoki, quedémonos quieticos hasta que se le disipe la ira.
Una potente y autoritaria voz retumba en el ambiente:
—¡Atención…!
Al escuchar esa voz tan esperada y temida por todos, Evelyn siente que se paraliza su respiración y su corazón da brincos como potra zaina. Sin embargo, logra permanecer muy quieta y cierra los ojos, mientras casi tan imperceptible como la suave brisa mañanera un pensamiento emerge: «¡Lúcete mamita, sabes como hacerlo!»
Nuevamente aquella voz resuena:
—¡Atención, atención todos… en cinco minutos damos sala!