—¡Quítate
del medio, no estorbes Janet!, ¡Es que la mato, me tiene harto, no volverá a
molestarnos! —Le grita a su novia—. Y prosigue: ¡No va a estropear nuestro
primer viaje en barco, y mucho menos la fiesta de Navidad!
Francisco,
con los labios apretados y las aletas de la nariz hinchadas, busca desesperado
en el camarote, hasta que consigue en el baño el arma para segarle la vida a la
que tanto los acosa.
Toma
la zapatilla y la empuña con firmeza,
levanta con lentitud la mano y… ¡Zas! Le asesta un golpe mortal a la cucaracha
que tanto molestaba.