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sábado, 16 de marzo de 2019

El regalo de Ratón Pérez

Ratón Pérez entra presuroso a su habitación. Cierra la puerta de un golpe, y continúa hasta llegar a la pared del fondo. Allí, se deja escurrir al piso. Chorros de sudor corren por su pelaje gris plomo y un galopar de caballos siente en su pecho. Minutos antes, su hermana Fifiqué casi queda viuda durante un encuentro a muerte con el Gato Turuley. Solo por la protección del dios de los ratones, él, Fiqiqué y sus sobrinos están vivos. Con el cuerpo todavía estremecido por el miedo Ratón Pérez balbucea “diosito bello, gracias por la patica que nos diste”
Mientras se recupera del susto más grande de su vida, piensa: “Tengo que protegerlos, sobre todo a Negrín que es el roedor más débil de mi familia”
—¡Debo ayudar, debo ayudar! —Repetía insistentemente—. Sus pensamientos giran como trompo loco y de repente ¡Pum! Aparece una idea.
—¡Fifiqué! Hermanita, ven rápido —grita Ratón Pérez.
Ella permanece en el cuarto de las visitas con sus tres hijos: Lulú, Bartolo y Negrín.
—¡Voy! —Responde Fifiqué quien todavía tiene el miedo reflejado en la voz y en los ojos.
—Querida hermana, tengo un regalo para ti —dice eufórico Ratón Pérez y ¡Zaz! la toma de los brazos y aunque tiene un oído desafinado para bailar, realiza unos cuantos pasos de tango.
—¡Ja, ja, ja! ¿Estás loco hermanito?, ¿es este el regalo? ¡Ja, ja, ja! —Fifiqué ríe y ríe sin entender a qué viene todo aquello.
Finalmente Ratón Pérez le dice: En este instante voy a realizar un talismán para tu familia y nunca más serán acosados por el Gato Turuley, eso sí…tienen que mantener el secreto para que funcione. Para ello necesito que traigas un sobre color naranja que está bajo la escalera.
.Fifiqué busca y rebusca rápidamente. Sobres de colores están por doquier “¡Qué desorden! ¡Ratón tenía que ser!”
—¡Al fin! ¡Lo tengo! —grita Fifiqué—. Y recorre el camino de regreso como alma que lleva el diablo.
Ratón Pérez, al analizar el contenido del sobre dice: —non problema. E inicia la preparación del talismán colocando los ingredientes en un frasco color ámbar y cantando en voz alta:
Doce sapitos de cuatro ojos, para la alerta;
un puñado de greñas de gato, para la energía;
un trozo de guaral de mono loco, para la osadía;
y varios rayitos de luna para que no los vean ni de noche ni de día.
Enseguida, vierte un chorrito de agua de pantano y durante unos minutos sumerge en él cuatro brazaletes rojos.
Mientras tanto, Fifiqué lo mira con ojos brillantes de la emoción.
—Trae a tu familia, debo ya continuar con la segunda parte de la preparación. —dice Ratón Pérez.
Fifiqué nuevamente rauda y veloz cumple la solicitud.
— ¡Alinear, alinear, de prisa! —Ordena a su familia.
—Ratón Pérez les tiene un regalo —dice Fifiqué.
Y los ratoncitos, con el corazón palpitante por la emoción, cumplen la orden.
—Repitan después de mí —Indica Ratón Pérez— y continuando de manera solemne y con voz grave dice:
—Este talismán me protege de todo gato, sobre todo del Gato Turuley. Que no me vea, que no me huela, que no sienta mis pasos. ¡Somos la Alianza Ratonil en Acción. —Al mismo tiempo coloca el brazalete rojo en la patica de cada uno.
—Gracias Ratón Pérez —corean felices Lulú, Bartolo y Negrín ya pensando en las travesuras que van a realizar al Gato Turuley
Alegres cantan y danzan: “Gato Turuley que no me hueles ni me ves, Gato Turuley un gran susto te daré”.
A partir de esa mañana, los tres ratoncitos recorren libres y dichosos toda la casa.