Caminaba
embelesada en mis pensamientos, disfrutaba la agradable brisa que hacía danzar
las hojas. De improviso, las copas de los arboles se sacudieron de manera
enérgica; la hojarasca brincó de alegría, mi falda parecía querer huir, mis
cabellos revolotearon enloquecidos y mis pensamientos …¡Ay, mis pensamientos!
que tan sólo estaban cogidos con pinza, aprovecharon esa fuerte brisa para
volar presurosos lejos de mí. Les grité: ¿A dónde van? !No se vayan… regresen…
por favor! Por más que grité, supliqué, no regresaron. Me quedé allí,
temblorosa, llorando, esperando. Fue en vano. La brisa continuaba meciendo mis
cabellos, pero ya no había nada más que perder.
¡Maldita
brisa! Mis pensamientos tal vez quedaron enredados en alguna rama, quizás
volaron cual cometas para luego desaparecer.