Lucy
deambula apaciblemente por el parque. El susurrar de las hojas apacigua y
amarra sus ideas. Sabe que muchas de ellas todavía están cogidas con pinza. De
repente, una fuerte brisa sacude de manera enérgica las copas de los
árboles y sus cabellos. Lucy suplica desconcertada:
“!No se vayan… regresen…
por favor!”.