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sábado, 22 de febrero de 2020

Los girasoles


—…no creo que puedas lograrlo Evelyn, te falta mucho todavía, yo diría que…
—Pero bueno André ¿Vas a seguir? Claro que puede, tan solo déjala en paz o vas a destruir sus nervios. —Y dirigiéndose a Evelyn le dice— No le hagas caso a ese loco.
Con los puños apretados y levantando la voz André responde:
—¡Un poco más de respeto Nahoki! ¡A mí no me llames loco! Yo la estoy protegiendo. ¿Cómo quieres que te lo diga?, entiéndelo de una buena vez: No está preparada, puede hacerse mucho daño.
Nahoki, se acerca a André y apuntándolo con el dedo índice muy cerca de los ojos le dice:
—Tú lo que haces en realidad es anclarla al miedo. ¡Mira como está! ¿Te parece justo? ¡Desaparece ya! —Luego, gira hacia Evelyn para decirle muy zalamero— Mamita bella, ¡Claro que puedes hacerlo! Has luchado mucho para llegar aquí. Concéntrate, hoy es el gran día.
André, con la mandíbula muy apretada lo observa fijamente, luego bajar la cabeza con lentitud y junta las palmas de las manos mientras le advierte a Evelyn:
—por favor no escuches a Nahoki, te está creando falsas expectativas. Después no digas que no te revelé que vas a pasar la vergüenza del siglo. Van a decir: ¡Qué mala es!
—¡Basta… cállense… váyanse a la M… los dos! ¡Ya! Déjenme en paz. Me van a volver loca. ¡No enreden más las cosas! Ya tengo suficientes mariposas en mi estómago para que vengan ustedes con su parloteo enloquecedor. Hoy están más insoportables que nunca con ese tema…
Mientras Evelyn habla, Nahoki permanece con la mirada fija en el techo y se frota la cabellera incesantemente, hasta que decide interrumpirle y en tono muy dulce manifiesta:
—¿qué te pasa mi reina? ¿Estás estresada? Eres nuestro sol, giramos en torno a ti porque tu brillo nos alimenta y queremos lo mejor para ti.
—¡Lo que me faltaba! Además de cursis, ahora se creen girasoles, ¡girasoles miopes es lo que son! miran a esquinas opuestas y para completar, parecen extremistas incapaces de caminar por la línea media de la convivencia. Dejen la guerra, que la que sufre las consecuencias soy yo. ¡Me tienen harta!
Evelyn, exhausta, se deja caer en el sofá y masajea las sienes con la punta de los dedos tratando e acallar y tranquilizar a los fulanos girasoles o duendecillos en su conciencia. Sabe que no es el momento para pelear con ese par.
—Creo que nos pasamos Nahoki, quedémonos quieticos hasta que se le disipe la ira.
Una potente y autoritaria voz retumba en el ambiente:
—¡Atención…!
Al escuchar esa voz tan esperada y temida por todos, Evelyn siente que se paraliza su respiración y su corazón da brincos como potra zaina. Sin embargo, logra permanecer muy quieta y cierra los ojos, mientras casi tan imperceptible como la suave brisa mañanera un pensamiento emerge: «¡Lúcete mamita, sabes como hacerlo!»
Nuevamente aquella voz resuena:
—¡Atención, atención todos… en cinco minutos damos sala!