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domingo, 2 de junio de 2019

Brígido y yo

David:
Madre, Don Brígido murió en Caracas. Todavía puedo recordar el día cuando sus dos hijas clausuraron la bodega y se lo llevaron con ellas, fue después en que se quedó mudo y con los ojos perdidos en el vacío. Ese día desapareció la tierra mágica de mis juegos y perdí a un amigo imaginario… para mí fue un día aciago.

Amparo:
¿Amigo imaginario? Nunca sospeché que un señor tan mayor fuese tu compañero de juegos.
David:
Sí lo era madre, pero él nunca se enteró. Su bodega era el reino mágico que tenía que defender, el sitio de abastecimiento de combustible de mis naves. El yacimiento de los dulces milagrosos. Allí iba a recuperar mis fuerzas después de cada batalla contra los malos. ¿Recuerdas aquel juego de ollas antiquísimas que colgaban de la pared? Esas eran mis cascos mágicos. El papel de estraza se convertía en mi manto invisible. Don Brígido, un día era surtidor de combustible para mis naves, otro día era un caballero que me esperaba para pelear contra el enemigo. Otro día era un brujo maligno que había que combatir. Él nunca se enteró, pero siempre me acompañó en mis juegos. (Pausa) Desde ese día del robo, he pasado noches enteras imaginándolo teniendo en las manos las ollas y buscando con la mirada al falso comprador, luego, lo veo perplejo cuando mira la caja sin dinero. ¿Te imaginas madre al pobre viejo furioso, frustrado por la impotencia, él siempre tan orgulloso de sus habilidades a pesar de su avanzada edad? Imagine su orgullo herido. Madre, el día del robo, le quitaron mucho más que su dinero. Desde ese día Don Brígido perdió su dinamismo, sus ganas de vivir. (Pausa) Casi todos en La Asunción dicen que su falta de juicio fue por arteriosclerosis. Yo conocía muy bien a Don Brígido, usted me enviaba todas las tardes a hacer las compras, solo yo digo que fue por tristeza. Su indignación ante el despojo del que fue objeto fue tan grande que buscó refugio en un mundo donde las indignidades no existen.
Versión de fragmento del libro Margarita Infanta de Francisco Suniega.