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domingo, 16 de diciembre de 2018

El grito


Se giró al escuchar el grito. Lo hizo rápidamente, sorprendido, trató de respirar profundo y la miró detenidamente. Nadina continuó gritando, eran gritos agudos e inarticulados, más bien parecían chillidos de animal herido y agitaba brazos y piernas descompasadamente, además, doblaba su cuerpo al piso y en instantes se erguía rápidamente, sus ojos desorbitados y su cabello rojizo ya bastante desordenado la hacían ver como una bella y enloquecida muñeca de trapo.
Alfredo no lograba entender que le estaba pasando a Nadina. Ya había culminado la reunión de trabajo. Justo en el instante en que él se disponía a salir a la calle para disfrutar de la suave brisa marina que comenzaba a soplar en aquella tarde soleada, escuchó aquel grito que lo hizo girar rápidamente y volver sobre sus pasos mientras se preguntaba: “¿Qué pasa?, ¿A qué se debe ese grito?”
A duras penas lograba contener la risa al ver a Nadina -de personalidad serena y siempre muy sobria- convertida en aquella imagen grotesca “una bella y enloquecida muñeca de trapo”; “Ja, ja, ja, ja” volvió a reír; sin embargo, corrió hacia ella y al tenerla cerca comprendió todo: ¡Nadina había pisado una trampa para ratones! Pobre Nadina, su dedo meñique del pie derecho dolerá por mucho tiempo.

1 comentario:

  1. Jajajajajajajaja! Tú te las traes Doralú! Eres mi acompañante en estos ratos de ocio

    Aquí tu discípulo

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